La Auditoría Superior de la Federación (ASF) surgió el 30 de diciembre del 2000. Y entre claros, año tras año, ha anunciado montos cuantiosos de presuntas irregularidades en los entes públicos. Sus informes siempre han causado enorme algarabía ante el beneplácito que la Autoridad exhiba los malos manejos en la administración pública. Pero después de veinte años sus efectos catárticos han ido disminuyendo, al percibirse que la limpieza o purificación en la gestión pública no llega. Por oscuros procesos judiciales que terminan acumulando las denuncias penales en el archivo muerto de la impunidad.

Por esto la llegada de David Rogelio Colmenares Páramo en marzo de 2018 como Auditor Superior de la Federación no presagió nada bueno, en junio del mismo año, el ex auditor Juan Manuel Portal advirtió que el nuevo auditor estaba desmantelando al organismo. Sin embargo, pareció un asunto normal de ajustes y reestructuraciones. Pero las acusaciones fueron más allá de lo personal.

Portal aseguró que David Colmenares, quien le sucedió en el cargo, había sido despedido durante su gestión por incumplimiento e irregularidades. De la otra parte, acusaron a este y a la ex Directora General de Auditoría Forense de conflicto de interés. Y aunque la propia ASF presentó denuncias ante la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados, y asociaciones civiles insistieron en la investigación. Todo quedo en el olvido.

La historia de los órganos de control y fiscalización en México no puede separarse de las acciones u omisiones de sus titulares. En el fondo, la purga en la ASF obedeció al cambio en la dirección de la auditoría, y por ende, la fiscalización. Antes se privilegió a la auditoría forense, ahora se privilegia a la auditoría de desempeño.

Dos años más tarde, se presentaron los efectos en el Plan de Auditorías de la ASF “los autores no se explican por qué al NAIM, una obra tan señalada y controvertida, se le aplicará una auditoría de desempeño y no una forense, la que serviría para encontrar irregularidades que impliquen corrupción” (La ASF ante el espejo, Edna Jaime, 30/10/2020, RRC).

Y llegó el día 20 de febrero de 2021, la ASF presentó los Informes Individuales y el Informe General Ejecutivo de la Cuenta Pública 2019. Y en relación con la auditoría de desempeño 1394-DE relativa a la cancelación del Proyecto del Aeropuerto de Texcoco, El Presidente reclamó que los datos de la ASF eran exagerados y pidió se corrigiera.

La descalificación de parte del Presidente evidentemente no tiene precedentes en la historia de la fiscalización, pero tampoco que horas más tarde, la ASF mediante el comunicado número 03-21 del 22 de febrero de 2021, “reconoce que existen inconsistencias en la cuantificación realizada (…) en relación con la metodología utilizada (…) Al momento se ha detectado ya que dicho monto es menor a lo estimado inicialmente por una deficiencia metodológica”. Y como comentario final en el comunicado antes mencionado dice al calce “Cabe comentar que las auditorías de desempeño tienen por propósito fortalecer el buen desarrollo de las políticas públicas y no son vinculantes en sus recomendaciones” firmado por el actual Auditor Especial de Desempeño.

Al respecto, Juan Manuel Portal ex titular de la ASF declaró “Incomprensible, que ASF se haya equivocado sobre NAIM” (milenio.com, 23/02/2021). Pero el problema no es que haya cometido errores la ASF sino que no los presente. Y eluda rendir cuentas apelando a la noción difusa de “deficiencia metodológica”. Porque la Auditoría Superior de la Federación nunca ha tenido claro la diferencia entre método y metodología. Además estos términos no los maneja en forma rigurosa y con apego a la ciencia. Es decir, apelar a la metodología es una salida fácil pero falsa.

Y sí existían acusaciones, declaraciones e indicios de malos manejos en el NAIM:

  • ¿Por qué David Colmenares lo ignoró?

 

  • ¿Por qué no justificó la auditoría de desempeño en lugar de la auditoría forense?

 

  • ¿Qué sentido tiene practicar auditorías si la fiscalización de la Cuenta Pública no tiene por objeto evaluar si la captación, administración, manejo o aplicación de recursos federales han causado daños o perjuicios?

 

LFSRDC, artículo 14, I, c).

 

Al Auditor Superior de la Federación se le cayó la bandera de la Independencia. Antes se decía que ocurría el sometimiento de la fiscalización al poder. Ahora ha demostrado que el Auditor Superior es un empleado más de la Presidencia.

Hecho que marcará no solo el rumbo de la ASF sino de la fiscalización en el país.

Sí, el 22 de febrero de 2021, se ha declarado la muerte de la fiscalización pública en México.

 

Mario Alberto Gómez Maldonado