Es el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (inai), sin duda después del Instituto Nacional Electoral (INE), el organismo público con autonomía constitucional más criticado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Criticado, remarco, no denostado.  Aunque para los que él llama sus adversarios políticos y la mayoría de los titulares y allegados a esos espacios, sí es, dicen, descalificación; y alarmados casi gritan que busca desaparecerlo.  Como si eso fuera posible a simple voluntad del titular del ejecutivo.

Por eso ahora que en el Senado han decidido retomar el proceso de designación de dos nuevos comisionados del pleno de ese órgano garante del Derecho de Acceso a la Información Pública (DAIP) y el Derecho a la Protección de los Datos Personales (PDP) vale la pena remontarnos a la idea más sencilla de para qué debiera servir esta institución, como cabeza del Sistema Nacional de Transparencia (SNT), conformado centralmente por los organismo locales en la materia.

Y la respuesta no requiere grandes reflexiones, en un momento dado.  Bastaría decir que para garantizarle a las personas, el cumplimiento de esos dos derechos humanos fundamentales.

Esto para pensar o repensar al inai en el contexto de lo que desde el gobierno federal se ha dado en llamar Cuarta Transformación de la vida pública del país.  Es decir un México en el que sus instituciones eliminen la corrupción, pero también la simulación.

Y sobre esto último, la simulación, en el inai se trata de ejercer la autocrítica.  Es decir pensar sobre todo en si se ha estado haciendo lo correcto para que los mexicanos ejerzan esos derechos.  Repito los mexicanos, no sólo los ciudadanos mexicanos, como muchas veces se piensa y se dice.  Si no todos los mexicanos, incluyendo a los niños y jóvenes menores de 18 años.

Bajo esa línea de reflexión, podemos decir que esto es lo primero que había que repensarse.  Hemos olvidado a los menores de edad para socializar que ejerzan tanto el DAIP como la PDP.

Enfaticemos,  para socializar el ejercicio de estos derechos fundamentales.  Y socializar no como sinónimo de “divulgar” o comunicar, sino bajo su carácter sociológico hacer que forme parte de su vida cotidiana.  Como puede ser en cierta medida el derecho a la educación.

Hasta ahora nos hemos contentado con divulgar la cultura de la transparencia y la privacidad con ellos.  Pero así en abstracto, sin un sentido práctico.  No estamos teniendo una actitud de solidaridad transgeneracional, es decir pensar en los nietos de nuestros nietos. Es decir los mexicanos que vivirán entre finales de este siglo y el XX.  No nos hemos planteado este escenario del futuro en el que con claridad las personas aprecien la utilidad práctica de la información pública y la importancia de que sus datos personales no se divulguen indiscriminadamente, para su autocontrol como individuos.

Mucho, entonces, y lo digo con la mayor pulcritud que la autocrítica permite, hemos dejado de hacer para trascender la barrera de la divulgación y promoción de la cultura de la transparencia.  Nos quedamos en los gastados slogans de “El DAIP es tu derecho, ¡ejércelo!”.

Y cómo o por qué debo ejercerlo. O por qué y cómo puedo ejercerlo.  ¡Para qué diablos me sirve!

Aquí está, siento, el punto de quiebre que debe tomar el rumbo del inai, hacia un futuro en el que quizá pueda haber más transparencia de las instancias públicas, porque finalmente la ley puede sancionarlas si quieren mantenerse en la opacidad, pero el ejercicio del DAIP y la PDP se rezague.

Es decir, que nos atiborren de información pública, incluso en la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT), pero que preguntar sobre aquello que nos sirve siga estancado entre el 3 y el 5 por ciento, de mayores de 18 años, que ha reportado el inegi que realizan  Solicitudes de Información.

Es nuestra obligación insisto, ahora que se ha retomado el proceso de designación mencionado al principio, en atender la autocrítica en el inai.  Autocrítica que engloba o abarca también las críticas desde fuera.

Ahí estaremos, nos apuntaremos mañana temprano. Plantearemos esto a los senadores y trataremos de abrir el necesario debate.

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