En el escenario
de casos de corrupción que muestra la prensa cotidianamente, se
evidencia cada vez más la necesidad de construir un entramado
institucional y prácticas administrativas que atiendan el problema desde
las causas. En particular, cuando atestiguamos que existen deficiencias
en la integración de expedientes, lo cual incide negativamente en los
resultados de los procesos por corrupción, tanto penales como
administrativos.
La discusión que ha dado la Comunidad PIRC-RRC, desde hace varios meses,
se ha centrado en ese argumento. Para combatir la corrupción es
necesario atender, resolver y, eventualmente, modificar el status quo
de aquellas causas que alimentan el problema de la corrupción. Ese fue
el elemento central de la propuesta de política nacional anticorrupción y
del Libro Blanco de la Consulta sobre la Política Nacional
Anticorrupción, ambos productos del trabajo de colegas e instituciones
que participan en la Comunidad PIRC-RRC.
En ese sentido, también se ha hecho hincapié en que la política
anticorrupción debe tener anclaje en una idea básica: los mecanismos de
rendición de cuentas son los cimientos de otro tipo de estrategias de
gran calado que permitirán abatir la corrupción. Para eso, conviene
enfatizar que el primero de los eslabones de la cadena de la rendición
de cuentas, la gestión archivística, sigue siendo asignatura pendiente
pese a la vigencia de la Ley General de Archivos, desde hace tres
meses.
Para seguir construyendo los sistemas anticorrupción y manteniendo una
perspectiva de combate a ese problema público, es fundamental que todos
los actores involucrados reconozcan la importancia de la buena marcha de
los archivos públicos cuanto antes y actúen en consecuencia:
invirtiendo, capacitando y practicando la gestión archivística con las
mejores prácticas disponibles.