Por: Jorge Machuca

Si el resultado de los comicios del pasado 1 de julio se intentara resumir de la manera más concisa posible, quizá llegaríamos a una manida, pero no menos válida, expresión de sumo hartazgo: ¡Ya basta!

Las urnas se encargaron de recordarnos que las exigencias no escuchadas por las autoridades, atraviesan por un largo“¡ya basta!” de inseguridad, desempleo, manipulación, imposturas, asesinatos, gasolinazos, desapariciones forzadas y sobre todo, de corrupción, que constituye el corazón del malestar de millones de mexicanos, que al final derivó en un golpe de timón que llevará al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a controlar tanto el Poder Ejecutivo Federal como el Legislativo y varias gubernaturas.

El combate a la corrupción fue uno de los principales estandartes de campaña de Andrés Manuel López Obrador como de sus contrincantes, pero él solía señalar como ejemplos de ese mal los salarios abusivos de la clase dorada de la burocracia y las canonjías inmerecidas de buena parte de ella, los “moches” y en general ilegales prácticas deleznables, reproducidas por los gobiernos en los últimos 30 años. Empero, no profundizó en su estrategia al respecto.

Es necesario y urgente que esto no quede en retórica, sino que se convierta en una política pública de largo aliento, transexenal, para que dé resultados, porque al igual que la corrupción no surgió de la noche a la mañana, tampoco se podrá erradicar de inmediato.

El 18 de junio, la Red por la Rendición de Cuentas (RRC) en voz de su directora ejecutiva, Lourdes Morales, delineó los aspectos básicos de una política nacional anticorrupción. Estos son algunos de sus puntos más destacados:

1. Hay que ver —y combatir— a la corrupción como un problema multifactorial que no puede limitarse a la definición mínima del “abuso de un cargo público para la obtención de un beneficio personal”.

“Es un problema de captura que se traduce en la (in)capacidad del Estado para controlar el particularismo. Se trata de una forma de organización social que se caracteriza por la distribución de bienes sobre una base no universalista que refleja el acceso y distribución restringida del poder.

“La captura de puestos, presupuestos, decisiones y el acceso limitado a la justicia es análogo a lo que los economistas conocen como ‘la tragedia de lo público’. Se trata de una situación en la cual diversas personas, actuando de manera individual o coordinada terminan por destruir un recurso compartido. Es la negación de lo público justificada a través de un cuerpo legal e institucional”.

2. Se debe transitar hacia un régimen universalista donde el interés privado no vulnere la autonomía del Estado ni el ejercicio pleno de derechos. Se debe incluir “las fases de prevención, detección, corrección y sanción siempre con un enfoque de derechos”.

3. Generaren la burocracia capacidades centradas en el mérito, la legalidad, la certeza y la igualdad de oportunidades como el antídoto para evitar el reparto de los puestos públicos a través de relaciones personales o filiaciones políticas.

4. Eliminar la corrupción de ventanilla a través de la accesibilidad, transparencia, certidumbre, comprensión y simplificación de los puntos de contacto entre la ciudadanía y gobierno al momento de realizar trámites y servicios para evitar fenómenos como los coyotes o la discrecionalidad.

5. Mejorar los procesos para fincar responsabilidades y el ejercicio de derechos para corregir, prevenir y sancionar conductas de corrupción.

6. Hay que “incorporar estrategias de información y colaboración para el monitoreo, investigación y procesamiento de redes de corrupción, las cuales funcionan de manera formal e informal. Estas acciones incorporan mecanismos y herramientas de información y participación que propician la denuncia, la vigilancia social y el debido proceso reforzando la reactividad, es decir, la capacidad de restringir el abuso”.

Si como todo parece indicar, Morena tendrá la mayoría en el Congreso de la Unión y en muchos estados, además de la Presidencia de México, múltiples gubernaturas y presidencias municipales, tiene también la obligación de responder al clamor del “¡ya basta!” con una política seria, articulada y consistente para combatir la corrupción, si es que realmente pretende cambiar la historia de México.

@JorgeMachucaL

Fuente: El Popular