El viernes 9 de febrero, a dos días del final de la precampaña en el país, el líder estatal de un partido minoritario en el Estado de México, Vicente Onofre, fue baleado y resultó herido. Al día siguiente, el precandidato a una alcaldía en el estado de Puebla, Francisco Lenin Portal Sánchez, fue atacado a balazos también cuando iba a bordo de su vehículo. Portal Sánchez salió ileso. Pero otros no corrieron la misma suerte.

Una semana antes de estos ataques fue asesinado Francisco Rojas San Román, precandidato a la alcaldía de Cuautitlán Izcalli, un municipio del Estado de México. Y antes de él murió baleado en Oaxaca el exlíder municipal Teodoro Ortiz Barragán. Tan solo en enero fueron asesinados Jorge Montes González, líder municipal y regidor de Celaya; Santiago Cháidez Jiménez, exalcalde de un municipio en Durango; Juan Manuel Hernández Martínez, regidor del estado de Tamaulipas; Víctor Molina Dorantes, exalcalde de Veracruz, y Miguel Ángel Licona, antiguo presidente municipal de Hidalgo.

En total, desde que el periodo electoral empezó oficialmente a nivel federal el 8 de septiembre hasta el final de la precampaña el 11 de febrero —periodo durante el cual se registran los aspirantes y se definen los candidatos al interior de cada partido— fueron asesinados por lo menos diecinueve políticos locales entre alcaldes (electos o en funciones), exalcaldes o precandidatos a presidente municipal. En comparación con esta cifra, algunos conteos indican que durante todo 2016 fueron víctimas de homicidio nueve presidentes municipales y alcaldes electos o antiguos…

Nota completa en: The New York Times es