Ahora que la exigua mayoría de las fracciones del PRI y el llamado Partido Verde en el Senado mexicano, rechazaron con 59 votos contra 51, la aprobación, en el paquete de leyes del pretendido Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), de la ahora famosa Ley 3de3; se ha dado un pudoroso desgarramiento de vestiduras de sus promotores, destacadamente los empresarios, algunos académicos, titulares de OGDAIs y todo aquel que se siente progresista.

La redes sociales se han visto invadidas del “efecto loro” y todos opinan sobre el tema, considero sin conocer en estricto la iniciativa ciudadana (respaldada por más de 600 mil firmas) rechazada.

Propio de circunstancias como ésta, la búsqueda de culpables y las recriminaciones imperan más allá del análisis serio, crítico y autocrítico.  Bueno hasta Ricardo Raphael, cuyas reflexiones siempre son atendibles, llama “vanidad social” al hecho de que haya quienes no nos conformemos con los “avances” logrados.  Le digo a mi amigo Miguel Castillo en el feis, que llevamos décadas “avanzando” y eso no lo percibe la gente de a pie de este país en el que más del 50% se hayan en la pobreza.

Derivo de un tuit del Senador Alejandro Encinas, que habría dicho algo así como que se había dejado la Ley 3 de 3 en una ley 2 de 3, el título de la reflexión de hoy, porque en el argot popular cuando se dice que algo no está tan mal, se dice que está “dos que tres”.  O sea, como lo sugiere mi amigo Vicente Viveros, Consejero del OGDAI de Jalisco, así lo verían quienes preferen ver el vaso medio lleno, actitud que es muy respetable pero en la que no coincidimos todos, se entiende.

Así hay quienes no nos sentimos muy a gusto con eso y por ello preferimos cuestionar lo que otros aplauden y considero que esta actitud también tiene que respetarse.

Así en ese mar de sentires, casi siempre superficiales, la voz radical (no extremista) de Andrés Manuel López Obrador, tenga o no razón, muestra la opinión crítica que sobre el dichoso SNA han esgrimido, aunque sin tanto efecto mediático (por ejemplo no los ha invitado Brozo a El mañanero) intelectuales serios como Irma Eréndira Sandoval, Ernesto Villanueva (quien incluso ha hecho una propuesta concreta para combatir la corrupción, probada ya con un candidato a gobernador en Oaxaca), Eduardo Buscaglia y John Ackerman.

El caso es que un video y un tuit del Peje, le ha hecho mucho ruido a las buenas conciencias de la hermandad de los transparentólogos.

Por qué ha sido así.  Vislumbremos una respuesta. Empecemos por el tuit.

Dice AMLO: “Hace 10 años fue la Ley de la Transparencia con el IFAI que cuesta mil millones y no sirvió. Ahora es la Ley 3de3, otra mascarada. Se pasan.”  Radical sin duda su postura, es decir pretende ir a la raíz y en ese viaje creo que se pierde un poco.  Cito el tuit y le respondo preguntando, que no creo le de importancia: “¿No sirvió el #IFAI? ¿No sirve el @INAImexico? De esas escasas veces que no estoy de acuerdo con @lopezobrador_”

Desde luego que sirvió el IFAI, quizá no en la dimensión que muchos esperábamos, pero si se habla de transparencia ahora en gran medida es gracias a esa institución. Ya convertido en INAI, con el status de órgano constitucional autónomo, es mi apreciación, hay pasos importantes que se han dado en sentido del  avance, pese a que su Pleno, se encuentra dominado por una mayoría pro oficialista, incluso diría pro peñista.  Aunque en el discurso lopezobradorista, con el cual coincido en general, quizá lo de cuánto nos cuesta, puede revisarse si comparamos por ejemplo los salarios de sus titulares, los Comisionados, no con el de un obrero, sino sólo con sus pares en las entidades federativas.

En el video AMLO cuestiona de fondo toda la política de transparencia de este país.  Llega sin mucha razón e información concreta a cuestionar al INAI, de cosas que lamentablemente en términos legales no le competen.  Pero con una lista en la mano sobre obras programadas en todo México, cuestiona cómo es que se ha permitido que los recursos presupuestados inicialmente se incrementen sin explicación alguna.

E incrédulo, dice el dicho que la mula no era arisca, contrario a lo que sus impulsores creen, deja claro que la Ley 3de3 no es la panacea que nos quieren vender de repente sus promotores.  Incluso quienes un poco conocemos el tema y no somos tan optimistas, podemos coincidir con el fondo aunque no con la forma del cuestionamiento lopezobradorista.

Y es así porque en términos mediáticos las baterías de los que cuestionan al Senado de no haber aprobado la dichosa ley, ya están dirigidas al flanco equivocado.  Ahora resulta que los “malos” no son los que la rechazaron con sus votos, sino los que por diversas circunstancias no votaron a favor.

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