El principio de la división de poderes se integró primeramente al derecho público mexicano en la Constitución de Apatzingán de 1814, en la cual si bien predominó la idea roussoniana sobre la preeminencia del legislativo, se advierte en general la influencia de la Constitución de los Estados Unidos de América de 1787, así como de las Constituciones francesas de 1793 y 1795, y también de la Constitución Española de Cádiz de 1812. A partir del documento de Apatzingán, el principio de división de poderes apareció con insistencia en las constituciones creadas tras los dos hechos convulsivos de nuestra historia, la Independencia y la Revolución.

Queda claro que la separación de poderes es el basamento de las constituciones. El estado federal con su sistema de competencias no comparte atribuciones supremas, las reparte. Así evita la interferencia en las esferas de competencia. Sin embargo, la hegemonía de un partido en el poder, hizo que se desvirtuara este cometido. En esos tiempos era a todas luces que el ejecutivo era quién mandaba de manera arrolladora, en las entidades federativas era más notorio porque se colocaba no solo sobre el legislativo sino también sobre el judicial. Oaxaca no es privativo de esto, hasta hoy día, vemos a esta terna inaugurando y cortando listones de acciones correspondientes al ejecutivo. La división de poderes, cimiento del Estado moderno, a más de 2 siglos, en Oaxaca nuestros representantes del poder político no la entienden, el emblema de los partidos políticos les venda los ojos para comprenderla. Todavía piensan que dependen del poder ejecutivo, todavía no llegan a comprender que el congreso es un contrapeso o un freno para el ejecutivo. Hoy son comparsa, con todas sus letras, seguimos en decadencia.

Las comparecencias, ejercicios que deberían clarificar a los señores y señoras diputadas la situación que guarda la administración pública, son una simulación. El informe de gobierno textual es una síntesis de lo ocurrido en 2015 de la gestión administrativa del poder ejecutivo. El anexo estadístico, es una numeralia comparada de 2014 y 2015, solo insumos de cantidades y de inversión, nada sobre los resultados. En ese sentido, la comparecencia de los titulares de la administración centralizada y descentralizada permitiría conocer de manera detallada los resultados alcanzados y servir de sustento para la asignación de recursos presupuestarios en el siguiente año de gestión.

La realidad es que no hay en buena parte, por quienes están tras bambalinas de nuestros representantes, información generada que sirva para cuestionar la gestión de una dependencia o entidad; no hay datos duros sobre resultados que permita señalar aciertos o desaciertos a los titulares; tampoco hay un análisis del ejercicio de los recursos y mucho menos de los programas que cada dependencia tiene a su cargo.

Por eso Oaxaca, hoy por hoy, sigue sin conocer de manera puntual el destino final de los recursos que se ejercen en el estado por cada dependencia. Los presupuestos históricos, ya de 5 años, de más de 80 mil millones de pesos desde el Presupuesto de Egresos de la Federación, son difícil de conocer en donde están aplicados, en donde no se han ejercido y en donde están en proceso de su ejercicio.

Ante una ley de planeación que data de 1985 no podíamos esperar más. Este gobierno no hizo nada por mejorar el ejercicio de la planeación, columna de la gestión pública, ejercicio que establece una metodología para alcanzar las metas y objetivos de un gobierno. Etapa de la gestión que sirve para establecer el rumbo que tomará el gobierno en alcanzar el bienestar de miles de oaxaqueños, a 5 años miles de ellos siguen perseguidos por el fantasma de la pobreza.

La verdadera historia es otra en nuestro congreso local, su indiferencia, desinterés y falta de información; y aunado a la falta de compromiso del poder ejecutivo de dar a conocer los resultados de su gestión. Hacen que el congreso se convierta en una moneda de cambio para que las comparecencias sean frívolas y sin cuestionamientos, lisas y llanas, suaves y de cortesía, de aplausos y alabanzas, con preguntas y respuestas a modo, de excusas e inasistencia de los diputados responsables de atenderlas, en el mejor de los casos con posicionamientos personales no de nuestra representación. Pura simulación.

En fin, seguiremos mirando al cielo, la rendición de cuentas en nuestro estado es una asignatura pendiente. Las comparecencias están todavía a años luz de serlo. Los responsables de vigilar el ejercicio de los recursos siguen siendo “chamaqueados” por falta de un staff serio, técnico y responsable.

En Oaxaca apremia una verdadera división de poderes, hasta hoy hemos depositado nuestra confianza, mediante el voto, a los partidos políticos. Sin embargo, se ha abierto un nuevo camino para tener representantes sin partido político, los independientes. No dudo que serán un primer paso para consolidar los frenos y contrapesos del poder ejecutivo que hasta hoy no ha podido darle solución al bienestar de los y las oaxaqueñas a pesar de 5 años con presupuestos históricos de más de 80 mil millones de pesos.

Es cuanto, ciudadanos y ciudadanas.

2

1