El libro plantea desde la entrada una reflexión sobre lo que se debe entender por una red, punto que es crucial para distinguir los colectivos basados en objetivos de largo alcance, de las alianzas circunstanciales, más asociadas a proyectos e iniciativas puntuales.
Esta distinción no es menor, pues tiene una profunda incidencia en las formas en que se genera la cooperación, el compromiso mutuo y el aprendizaje conjunto de las organizaciones. Tal como señalan las autoras “el trabajo de una red implica la conformación progresiva de un colectivo durable e institucionalizado, con acuerdos que regulan el funcionamiento, objetivos comunes y sentido de pertenencia entre sus miembros”. Esto se concreta en reglas de convivencia, estructura de gestión y gobierno, financiamiento para sus actividades, capital organizacional y simbólico crecientes del colectivo, y una identidad propia.
En este sentido, en estas páginas se abordan muchos aprendizajes y experiencias respecto de los incentivos a la cooperación entre las organizaciones miembros y sobre los beneficios que significa formar parte de una red. La  capacidad de generar escala y fuerza en la negociación con el Estado, la posibilidad de circular información, experiencia y conocimientos, y la proyección internacional, son tan sólo algunos ejemplos de lo que se aborda en este libro.
Fragmento tomado de la presenteación del libro