Tanto entrega la escuela oportunidades como puede arrebatarlas. Mientras un buen sistema educativo iguala a las personas, uno deficiente las discrimina injusta y permanentemente.
Todo indica que el mexicano es de los segundos. Los resultados sobre logro académico en primaria y secundaria que el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) dio a conocer el viernes pasado exhiben al sistema educativo mexicano como una estructura sólidamente dispuesta para perpetuar la desigualdad en la sociedad mexicana.
La nueva prueba Planea confirma que la cigüeña es la variable con mejor capacidad para predecir si un niño obtendrá buenos o malos resultados en la escuela. No importan tanto la calidad de los profesores o el estado de las aulas como el nivel socioeconómico de la familia, si la escuela es pública o privada, si el alumno es indígena o si el estudiante vive en grandes ciudades.
Son realmente pocos los niños evaluados el pasado mes de junio que lograron clasificarse en el mejor nivel, de los cuatro que utilizó el INEE como instrumento para medir competencias en lenguaje y matemáticas para sexto de primaria y tercero de secundaria.
Únicamente el 2.6% de los estudiantes de primaria clasificaron en lengua dentro del nivel más alto y apenas el 3.1% de los alumnos de secundaria lograron notas sobresalientes en matemáticas.
¿Quiénes son esos estudiantes tan destacados? ¿Qué condiciones reúnen? ¿Es replicable el contexto que les hace sobresalir?
Los resultados de Planea en Lenguaje y Comunicación sirven para explorar estas interrogantes.
El primer argumento a tomar en cuenta es si se vive en una región marginada del país. En las escuelas ubicadas en zonas de muy alta y alta marginación sólo el 0.9% de los niños de sexto de primaria lograron el nivel más alto. En cambio, en zonas no marginales, más del 5% de estudiantes obtuvieron notas de excelencia.
La realidad entre el campo y la ciudad también parece determinante. En la escuela rural resulta muy raro que los niños evaluados obtengan notas excelentes. Mientras las escuelas de primaria ubicadas en urbes con más de 100 mil habitantes tienen un 4.2% de sus estudiantes en el nivel cuatro, en aquellos centros escolares que se hallan en localidades con menos de 400 pobladores sólo el 0.6% obtuvo resultados sobresalientes.
Si se revisan las condiciones materiales de la familia donde vive el niño, la hipótesis de la cigüeña se repite. Ahí donde la familia apenas cuenta con bienes básicos para la alimentación o el aseo, únicamente el 0.6% de sus hijos lograron nivel cuatro. En contraste, cuando la casa de origen es cómoda y tiene un número grande de habitaciones —cuando además hay computadora, teléfono e internet— entonces 9.1% de los estudiantes clasifican dentro del escalón más elevado.
Un cuarto argumento se relaciona con el tipo de escuela. 14% de los niños de sexto de primaria que lograron las notas más altas asisten a una escuela privada. En cambio, sólo 0.3% de estudiantes que acuden a un centro escolar catalogado como indígena obtuvieron una calificación destacada.
Un último dato tiene que ver con la entidad federativa donde se encuentra la escuela. Para alcanzar nivel cuatro hay que alejarse de Tabasco, Guerrero o Baja California Sur, donde menos del 2% de los niños obtuvieron máxima calificación. Mejor inscribirse a una escuela en el Distrito Federal, Puebla, Querétaro o Colima, donde ese porcentaje salta al 4%.
ZOOM: Según el INEE los mejores estudiantes viven en ciudades grandes, van a escuelas privadas, tienen padres ricos y su escuela está ubicada en zonas y entidades privilegiadas. En México es la cigüeña la que decide quién será un estudiante sobresaliente; lo demás, al parecer, carece de relevancia.
Fuente: El Universal