La devaluación de las prácticas democráticas parece haber provocado la peor de las derrotas ciudadanas, el divorcio entre sociedad política y sociedad civil. Los actos públicos, infectados por el virus de la “aversión política”, parece que se han pervertido frente a las demandas sociales.

¿Cuáles son las causas del fracaso de la civilidad ciudadana y del ejercicio del poder?

El letargo de las convicciones ciudadanas hacia la política y los políticos y la constante erosión y descrédito social de las instituciones, han fincado una creciente desconfianza que ha roto el paradigma de la democracia como virtud de entendimiento social.

Esta condición se agudiza ante la opacidad de las acciones del quehacer público, que no profundiza a la corresponsabilidad ciudadana, debido a la grave carencia de información pública, que impide al ciudadano hacer suyo el ejercicio de gobierno, conduciéndonos al laberinto de la desinformación e ingobernabilidad.

El debilitamiento de la democracia coincide abiertamente con la insuficiencia de la información pública. En el panel, “¿Qué debe hacer el Estado Mexicano para no perder información?”, Francisco Javier Acuña Llamas y Joel Salas Suárez, Comisionados del INAI, admitieron que, “Sin información, se coarta la posibilidad de que los ciudadanos defiendan derechos fundamentales, se coarta el derecho a la verdad de la sociedad mexicana y a la memoria histórica de nuestro país. La información es poder”.

No asumir esta realidad, es la mayor ficción. Los efectos de la correlación entre información pública y democracia, nítidamente se presentan en demérito de la estabilidad social y del valor de la voluntad del pueblo, donde los ciudadanos son mudos testigos del menoscabo de la concreción de planes y programas, políticas públicas, y de una precaria operatividad legislativa.

En consecuencia, la erosión de la confianza, credibilidad y legitimidad institucional, no son otra cosa que los efectos del anquilosamiento público y de las anomias de un notorio subdesarrollo político, que han creado el caldo de cultivo de la crisis social que hoy enfrentamos.

Lamentablemente, nuestra clase política hoy se ve más sola que nunca frente al ejercicio de gobierno. Incurre constantemente en la falacia de gobernar para sí misma. Asume indolentemente, que en cada una de sus acciones, se responde a la voluntad ciudadana. Sin embargo en la realidad, los precarios resultados de su gestión, agigantan sus fracasos y estimulan la incredulidad social.

En esta coyuntura ha surgido el rostro de las candidaturas independientes, que constituyen, en apariencia, un desafío para la partidocracia. Denotan en el fondo, una opción antisistémica por el desánimo y desencanto y son evidencias de una democracia quebrantada que cobra fuerza frente a la realidad.

Sin embargo, reconocemos y apreciamos los esfuerzos del ejercicio de gobierno; su reinstitucionalización política, lo mismo en el campo de las reformas estructurales que en la lucha anticorrupción e impunidad; en la justicia cotidiana, en las prácticas de gobierno abierto y transparencia, así como en una activa política exterior que tiende puentes internacionales en materia de cooperación y fomento económico.

Asimismo, entendemos la misión del INAI que en el ánimo de garantizar el acceso a la información pública, aprovecha y reposiciona el valor de un Sistema Nacional de Archivos que documente y controle la información del quehacer del Estado. Lo valioso de la iniciativa de Ley de Disciplina Financiera de las Entidades Federativas y Municipios, en el manejo de su endeudamiento. Acciones todas necesarias, pero todavía insuficientes en la medida que la realidad social no experimenta los cambios que la ciudadanía demanda.

Destacan igualmente en este escenario, el activismo y vertebración orgánica de la sociedad civil, que ha desarrollado iniciativas como, el “Violómetro Constitucional” (http://periodismocide.org/eventos/violometro/); la App “#Pleno Ciudadano”, (http://www.plenociudadano.com/); y el portal “plenocongresista.com”, (http://plenocongresista.mx/access/#/inicio), plataformas electrónicas que facilitan el acceso a la información para monitorear las actividades y el desempeño de los legisladores.

La gestión de la información gubernamental, se convierte en una condición necesaria e indispensable en un Estado democrático, porque es producto del ejercicio de actos de autoridad y de recursos públicos. Es un bien público que debe custodiarse, vinculado integralmente a las políticas públicas de los Sistemas de Transparencia y Acceso a la Información, Nacional de Fiscalización, Anticorrupción y a un Sistema Nacional de Archivos, garantizado por un marco normativo único y un modelo de gestión documental que incentive y socialice el valor de la información.

Empero este proceso sociohistórico de la administración pública, exige profundizar la apertura de la información hacia la ciudadanía como práctica inequívoca de Gobierno Abierto, que con publicidad máxima de la información del quehacer público y eficiencia en la aplicación de los recursos, se traduzca en equidad de oportunidades y justicia distributiva. Mientras esto no ocurra, ¿qué habrá ganado la ciudadanía?

La credibilidad social se agota y ha perdido su relación íntima con el quehacer público. No es admisible una probidad pública fracturada, ni aceptable que un funcionario público se sirva del poder. Se han registrado incidentes históricos de peculado, abusos de poder, nepotismo e incluso ausencia de trabajo de los servidores públicos, ¿no es esta la descomposición orgánica de la clase política?

El poderío de algunos servidores públicos, es directamente proporcional al grado de su descrédito. Los ciudadanos no pueden remar contra corriente mientras la clase política aparece insensible e indolente ante las severas dificultades por las que transita el tejido social.

Hay que tener cuidado frente a esta delicada realidad de la esfera pública. Considerar que el tejido social, lejos de focalizar un acto que afecta la probidad pública, generaliza y criminaliza por igual a la clase política y asume que la fragilidad y corrupción de un servidor público en lo individual, es un mal endémico de las estructuras del poder.

En una era donde la información se ha vuelto de dominio público, la sociedad está cada vez más dispuesta a establecer mayores exigencias de información respecto al quehacer institucional. Es innegable que las prácticas de simulación política, ya no quedarán exentas de sanción y escrutinio social. Se confirma entonces, que el gobierno de lo público, es en público.

Cuando un ciudadano demanda transparencia pública, es porque no la hay; cuando exige honestidad, es porque el poder se ha corrompido; cuando reclama justicia, es que en la arbitrariedad mora la perversión política.

Agenda

  • Como Jefe de Estado, el Papa Francisco visitó Cuba y Estados Unidos, hizo pronunciamientos por la solidaridad económica internacional, migración y la paz mundial.
  • El Gobierno de Colombia ha suscrito un Acuerdo de Paz con las FARC, que dará inicio a una nueva era de pacificación y concordia en ese país hermano.

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