El estilo personal de claudicar del presidente Enrique Peña Nieto quedó registrado en un escueto comunicado de prensa, donde la SEP tiró por la coladera una de las reformas más ambiciosas de este sexenio. En sólo 47 palabras, la máxima autoridad educativa del país logró violar la Constitución, pisotear la autonomía del Instituto Nacional de Evaluación Educativa y reconocer que la CNTE es la última instancia de decisión para determinar las vías de ascenso de la carrera magisterial. A continuación va el texto completo del mentado comunicado: La Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente de la Secretaría de Educación Pública informa: Con motivo de nuevos elementos a considerar en el proceso de evaluación para el ingreso, promoción y permanencia en Educación Básica y Media Superior, quedan suspendidas indefinidamente las fechas publicadas para su realización.

De acuerdo con Eduardo Back- hoff, consejero del INEE, cancelar la evaluación docente deja en la indefinición a 193,000 aspirantes a ingresar, por la vía del mérito, al sistema educativo. También queda en vilo la promoción a cargos de dirección y supervisión de 53,000 candidat@s.

Este anuncio de la SEP es a la reforma educativa lo que el iceberg al casco del Titanic. En la lucha entre la meritocracia y el corporativismo, el gobierno federal tomó partido en contra de los maestros que miran el esfuerzo y la capacitación como los peldaños de la superación profesional. Esta medida de auto-sabotaje da una sensación de debilidad y pérdida de poder, cuando aún ni siquiera hemos llegado a la mitad del sexenio.

¿De qué sirvió el Pacto por México? ¿Para qué aguantamos meses de caos en el DF cuando, en el verano del 2013, los maestros de la CNTE se apropiaron de avenidas de la capital como medio para defender sus privilegios? ¿Qué narrativa le queda al gobierno de Peña Nieto si las reformas empiezan a hacer agua? ¿Quién determina la política educativa, el Estado mexicano o la disidencia magisterial?

Hay muchos gobiernos corruptos y hay muy pocos gobiernos reformadores. Sin embargo, como afirma Leo Zuckermann, lo que es casi imposible encontrar es un gobierno que a la vez sea corrupto y reformador. Toda transformación profunda de política pública implica pisar callos y afectar intereses. Las reformas de fondo demuelen privilegios y forjan enemistades. Esos flamantes adversarios del cambio buscarán yerros y flancos vulnerables para contratacar y cobrarse facturas. Un líder con una ambiciosa agenda de reforma no puede distraerse con negocios de bienes raíces, conflictos de interés y tráficos de influencias. La frivolidad del cleptócrata es incompatible con las agallas que necesita el reformador de espíritu revolucionario.

El 1o. de diciembre del 2012, Enrique Peña Nieto hizo un sonoro compromiso público: “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen… y si así no lo hiciere que la nación me lo demande”.

En su artículo 3, la Carta Magna sostiene: “La ley reglamentaria fijará los criterios, los términos y condiciones de la evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio profesional con pleno respeto a los derechos constitucionales de los trabajadores de la educación”. En el artículo 4 constitucional se lee: “En todas las decisiones y actuaciones del Estado se velará y cumplirá con el principio del interés superior de la niñez, garantizando de manera plena sus derechos”.

Entre los privilegios de la CNTE y los derechos de los niñ@s mexican@s, Enrique Peña Nieto optó por violar la Constitución. ¿Quién y cómo le exigirá cuentas sobre esta claudicación a su propio legado?

@jepardinas

Fuente: Reforma