El “ya me cansé” del procurador Murillo, en otro contexto quizás hubiese sido una expresión comprensible por el agotamiento físico. Es de suponer que han sido días particularmente intensos al recaer en la Procuraduría la responsabilidad de interrogar a los detenidos y de capturar a los prófugos. Recae en la Procuraduría la investigación para establecer responsabilidades penales y a la vez, para localizar a los estudiantes desaparecidos. Aunque se negara que es un crimen de Estado, es imposible negar que es una investigación de Estado.

Sin embargo, en este contexto, luego de decirnos que el infierno está en nuestro territorio, la expresión adquirió un sentido simbólico que  ha sido multiplicado. Y sí, las cosas no están y, a la vez, sí están para cansancios.

Las cosas están para varios Igualas. La vinculación entre poder y delincuencia es una fábrica de Abarcas, diría @pauletta_sofia, y en eso no hay partido que arroje la primera piedra. La tragedia de Iguala es también la tragedia de lo público, entendido como el ámbito en el que la sociedad debería hacer posible su desarrollo.

La tragedia de lo público va más allá de la vinculación de poder y delincuencia organizada, es pero también excede, lo que pueda resolverse con la descriminalización de las drogas. Hay además problemas estructurales en la conformación del poder. Uno de ellos ha sido especialmente subrayado por el ministro Cossío: la incompetencia (http://www.eluniversalmas.com.mx/editoriales/2014/10/73043.php ); es decir, buenas respuestas para los problemas públicos. Sucede lo anterior no solamente para la delincuencia, sino también para los servicios públicos, para el empleo, para inversión, para la desigualdad social.

Héctor Cuadra, uno de mis más brillantes profesores, decía a sus alumnos que la diferencia entre saber sobre algo, está en el tiempo de reflexión que se le dedica. Si nos preguntáramos sobre el tiempo que cada uno de los partidos le dedica a pensar, por ejemplo, sobre la seguridad o las políticas públicas sobre la persecución de los delitos ¿cuáles serían las respuestas? ¿Quiénes forman los think tanks de los partidos? ¿Los hay? Sería interesante saber, por ejemplo, si existen diagnósticos internos sobre la “infiltración” del narco en sus estructuras y cuáles son sus políticas para prevenirla y combatirla. O bien, sería interesante conocer los documentos partidarios sobre política criminal, o sobre salud pública, o para enfrentar situaciones de crisis. Si un partido carece de tal reflexión, sus probabilidades de tener buenas soluciones disminuyen; ocupar puestos o apoderarse de la nómina, no es gobernar.

La tragedia de lo público es análoga a aquello que los economistas conocen como la tragedia de los comunes. Hardin describe lo anterior como una situación en la cual diversas personas, movidas por un interés personal, terminan por destruir un recurso compartido (http://es.wikipedia.org/wiki/Tragedia_de_los_comunes ).  Eso sucede con la actuación de los partidos respecto del Estado.

Una de las virtudes de la democracia reside en la potencialidad de la competencia entre diversas opciones  lo que posibilitaría que la elección mejore las propuestas y las candidaturas. ¿La pregunta es por qué en lugar de mejorar, empeoramos? Una posible respuesta consiste en que el arreglo político encontró zonas de colusión inmunes a la competencia. La colusión es un concepto que en competencia económica explica situaciones entre jugadores que producen un resultado mutuamente beneficioso pero dañino al proceso competitivo.

Pensemos por ejemplo, en el establecimiento de financiamiento público a los partidos políticos siempre constante y creciente; o la condonación a Estados y municipios para entregar a la hacienda federal el impuesto sobre la renta retenido a sus trabajadores; o los rubros del Presupuesto de Egresos propuestos y decididos por los mismos diputados. En los casos anteriores, la situación creada beneficia a los intereses de todos los partidos, se elimina la competencia y se crean conductas coordinadas depredatorias; una democracia rentista. La actuación de los partidos se orienta a buscar cargos, cuotas, participación en el presupuesto público. Pensar para el buen gobierno no interesa mucho, porque no es necesario para mantener los privilegios.

Desafortunadamente los controles y contrapesos constitucionales se han autorestringido para corregir estas prácticas. La reciente confirmación  por la Primera Sala para negar el interés legítimo a los demandantes en #YoContribuyente, también construye la tragedia de lo público.

La colusión es un escenario en el que la competencia se anula y el voto de los ciudadanos carece de su poder para sancionar o premiar (todos son iguales). En tales condiciones el círculo vicioso tiene que romperse desde fuera.

Evitar la tragedia de lo público es una condición necesaria, se requiere romper los escenarios de colusión y dar un giro a la actual democracia del fracaso.

La iniciativa del presidente Peña para un nuevo pacto tiene como principal limitación operar sobre las mismas condiciones y su destino es reciclar los mismos vicios. El cambio de rumbo tendría que modificar radicalmente las actuales condiciones, eliminar los conflictos de interés, evitar las cuotas, realizar nombramientos atendiendo a méritos y capacidades, enfrentar con seriedad a la corrupción, rehacer un sistema electoral hecho para desligar a los partidos de las responsabilidades.

Si nuestra oligarquía política lee bien el #Yamecansé, quizás entienda que la colusión de la que se ha beneficiado también tiene sus riesgos. Es también un riesgo para su propia sobrevivencia.

La obra de Elinor Ostrom El gobierno de los comunes, es un buen referente para pensar en cómo evitar la tragedia a la que nos hemos referido. Las piezas que destaca la Nobel son: El suministro institucional, los compromisos creíbles y el monitoreo. Modificar las reglas de la depredación, que los actores honren sus compromisos y que haya monitoreo del cumplimiento, y en su caso, consecuencias para el incumplimiento, son conceptos útiles para pensar en una ingeniería de la responsabilidad.

@jrxopa

Fuente: La Silla Rota