Hace unos años, Slavoj Ziziek analizó diversos movimientos sociales en el mundo, manifestaciones que fueron desde los sueños de emancipación e igualdad de la Primavera árabe y el rechazo al abuso capitalista de Occupy Wall Street hasta  los impulsos oscuros de Breivik y los brotes populistas-racistas a lo largo y ancho de Europa.  Los testigos de estos movimientos arrolladores, vimos cimbrar los cimientos de los regímenes  democráticos. Fue,  “el año que soñamos peligrosamente”.

En 2016, las cosas no fueron muy diferentes. El país más poderoso del mundo, el gran promotor del gobierno abierto, votó por la anti-política; acciones extremistas vulneraron la seguridad de países desarrollados como Francia, Alemania y Bélgica y en América Latina, movilizaciones ciudadanas contra la corrupción llevaron a la renuncia de los mandatarios en Brasil y Guatemala; mientras que en Honduras, Chile y Argentina nuevas legislaciones buscaron tumbar el halo de  privilegios e intocables de una clase política y empresarial cada vez más cuestionable.

En México la reforma en transparencia y acceso a la información impulsada desde y con la sociedad logró la homologación de la ley general en la materia en todas las entidades federativas; a través de una significativa movilización, más de 600 mil ciudadanos dijeron alto al abuso de los poderosos y los procesos electorales en 16 entidades federativas mostraron que el voto cuenta y que los ciudadanos pueden castigar y exigir con las herramientas que tienen a la mano.

En la Red por la Rendición de Cuentas cada uno de sus integrantes hizo posible que se avanzara en la lucha contra la opacidad y la corrupción y que se alzara la voz frente al posible atentado a la verdad y la memoria a través de  la iniciativa de la Ley General de Archivos. Las aportaciones de los centros de estudios, de las organizaciones sociales y de las instituciones públicas así como el acompañamiento de los medios de comunicación fueron cruciales para tener voz, ganar espacios formales de participación y propiciar mayores contrapesos en nuestro débil sistema de rendición de cuentas.

En este cierre de año, pensamos en las más de 200 mil familias que no podrán abrazar a los suyos por la violencia que recorre el país. Pensamos en los millones de mexicanos que no cuentan con jugosos aguinaldos ni con un salario digno y también en los profesionales de los medios de comunicación que durante el año perdieron la vida por una nota.

Pero lejos de derrotarnos, todo esto que nos dice que “el País va mal” nos anima a seguir proponiendo, a no bajar los brazos frente a la impunidad y sobre todo a agradecer a tod@s por su confianza,  solidaridad y compromiso social. La realidad nos sigue desafiando. Felices fiestas y nos vemos nuevamente en el 2017.