Nada moviliza políticamente más en México que la indignación frente a los gobernantes corruptos. Este mal siempre había estado ahí, pero es reciente que alcanzó niveles insoportables.

Es difícil averiguar si la corrupción se ha vuelto peor o si la percepción sobre ella es ahora más aguda. En cualquier caso la intolerancia social frente a los actos descarados para saquear los bienes públicos es el hecho sustantivo.

Las elecciones que vienen estarán marcadas por el tema y no habrá manera de evitarlo en la ruta hacia el 2018.

Para calcular el futuro vale mirar desde ya al estado de Nuevo León. Jaime Rodríguez, El Bronco, es un gobernador que le debe mucho a esa intolerancia.

Argumentan los que no saben que ganó la silla porque los ricos de Monterrey lo financiaron. Otros aseguran que fue su estilo vaquero y popular —¿“populista”?— lo que sirvió para que triunfara.

Sin embargo El Bronco debe la victoria prácticamente a una sola persona. Si no hubiera sido por Rodrigo Medina Cruz, con dificultad habría crecido su candidatura independiente y hubiera sido imposible que arrasara con más del 48 por ciento de los votos.

El Ejecutivo saliente dejó una deuda de 90 mil millones de pesos. “Fue el delirio de quienes se creyeron reyes y no gobernantes”, acusó el sucesor durante su toma de posesión, indignado por la grave hipoteca.

Dentro de las filas priístas más encumbradas de Nuevo León dicen que el desfalco de Medina Cruz podría tocar los 10 mil millones de pesos. De resultar cierta una mínima parte de esa cifra estamos ante el próximo ex mandatario estatal que pisará la cárcel.

Después de las auditorías “exhaustivas” que El Bronco encargó, nada bueno puede esperarle a Medina.

Pero esa entidad no posee el monopolio de la corrupción. Los negocios gubernamentales a favor de los amigos y los socios son noticia de las conversaciones en todo el país y a veces en los medios de comunicación.

La lista de agravios es larga porque no hay manera de ocultar por mucho tiempo las trapacerías políticas en una época en que la realidad se ha vuelto tan transparente.

Por más que se niegue la corrupción —o que se pretenda ocultar con argumentos legaloides— el rencor de la sociedad crece como lava de volcán a este respecto.

La llegada de Jaime Rodríguez a la gubernatura de Nuevo León puede significar un parteaguas; por lo pronto implica una amenaza creíble para los hampones que se asumían intocables.

A pesar de los tropiezos que puedan ocurrir durante su gobierno, el triunfo de El Bronco prueba que el voto democrático en las urnas sirve de correctivo.

La ley electoral define con precisión las candidaturas independientes de los partidos políticos. Sin embargo, aún no existe en México una acepción precisa sobre lo que implica el gobernante independiente de las fuerzas políticas con registro electoral.

Jaime Rodríguez, El Bronco, será primero en dotar de contenido a ese concepto: gobernante independiente.

Por lo pronto ha puesto ya un énfasis, el castigo contra los corruptos. En tal apuesta va a jugarse su prestigio político, no sólo dentro de Nuevo León, sino en todo el país.

ZOOM: El dedo flamígero de El Bronco no señaló en exclusiva al ex mandatario Rodrigo Medina. También Televisa resultó amonestada durante el discurso inaugural. ¿Podrá un político mexicano declararse enemigo de esa empresa y sobrevivir al intento?

Fuente: El Universal