La noticia de que este martes el expresidente de Guatemala, Alfonso Portillo Cabrera, se declarara culpable de asociación ilícita para el lavado de dinero ante un tribunal de Manhattan, Nueva York, alborotó los corrillos políticos en Guatemala.

Mientras en su país negó los cargos con vehemencia, y dijo que era víctima de persecución política por negarse a secundar la política norteamericana en Irak y Afganistán, su declaración de esta mañana en Estados Unidos sorprendió a los guatemaltecos.

En su exposición ante el tribunal de Nueva York, Alfonso Portillo, quien gobernó Guatemala entre 2000 y 2004, no solo aceptó que había recibido 2,5 millones de dólares a cambio de que Guatemala mantuviera el reconocimiento diplomático a Taiwán, sino su conocimiento pleno de que esa actitud lo ponía al margen de la ley.

“Sabía que actuaba mal. Asumo la responsabilidad por mis delitos y acepto las consecuencias de mi proceder”, dijo Portillo, con ayuda de un intérprete, ante el juez federal de distrito, Robert P. Patterson.

Para el analista Héctor Rosada, el hecho de que un expresidente sea condenado por un acto de corrupción es un sanbenito que afectará gravemente la imagen de Guatemala en el exterior, y pone en riesgo aspectos vitales para el futuro el país, como la necesaria inversión extranjera para reactivar la economía de este país centroamericano. “Se pone en evidencia que la corrupción y la impunidad campan en Guatemala”, dijo Rosada a EL PAÍS.

El experto añade que Portillo, no es, ni por asomo, el único mandatario que ha sucumbido ante la política corruptora del gobierno de Taiwán. “Desde 1954, todos han recibido sobornos. Esto lleva a exigir que el gobierno de Formosa también debe ser investigado”, añade…

Noticia completa en: El País