La interpretación fuera de contexto es agresión y por ello resulta necesario precisar que los videos del Instituto Cumbres forman parte de un complejo mural de nuestra época.

¿Por qué suben la temperatura y provocan un repudio tan amplio?

No basta como explicación el resentimiento o la envidia: la reacción generalizada necesita de una mejor narrativa.

Es inadecuado comprenderlos como un hecho aislado, inocente o sin trascendencia ya que recuerdan cuán asimétrico es México.

Marcan con plumón amarillo las distancias que separan entre mexicanos.

Remiten a las murallas altísimas que apartan al Bordo del Xochiaca de los fraccionamientos de Interlomas, en el Valle de México, al cerro de Chipinque y la colonia Independencia, en Monterrey, la fortuna del clan Slim y la precariedad de una familia rarámuri en el sur de Chihuahua.

Es imposible negar los abismos de la des-lealtad mexicana y sin embargo nos hemos acostumbrado a aceptarlos como si se tratara de un hecho normal.

Pero de tiempo en tiempo la actitud pasiva frente a la injusta realidad deja de serlo y el ánimo se rebela, sobre todo cuando desde las cumbres de la sociedad nos mandan al resto a saciar el hambre con rebanadas de pastel.

Casi cualquier circunstancia puede tolerarse, menos la vanidad y la estupidez exhibidas con impunidad.

Una cosa es que la estructura mexicana de oportunidades sea odiosa y otra que las personas que se benefician de ella supongan que lo merecen todo.

Hay razones graves para que los videos de la Legión de Cristo revuelvan el estómago.

Esas imágenes registradas desde las alturas recuerdan que la educación ha dejado de servir en México para que la persona obtenga logros económicos independientemente de su origen social.

Confirma también que los habitantes del piso 10 —el penthouse nacional— se han apropiado del 45% de la riqueza que todos ayudamos a producir.

Mientras las 3 mil familias más ricas del país ingresan a diario 84 mil pesos, los tres millones de hogares más pobres se las deben arreglar con solo cien pesos por día.

El video remite igualmente al papel de un Estado construido para asegurar las ventajas de unos cuantos, para proteger a la élite mexicana que ha logrado siempre eludir el pago de sus obligaciones fiscales.

Fuerza a tomar en consideración que en este país extraño no se cobra el impuesto sobre la herencia.

Estas imágenes levantan el telón para que todos observemos la vida de lujo y ensueño que algunos pocos mexicanos sostienen gracias a la injusta asimetría.

Peor que todo, descubre en definitiva el embuste democrático: los partidos no son de la República, sino vehículo y propiedad de una oligarquía amafiada.

Las cúpulas políticas hacen campaña, cada una por su lado, presumiendo la limosna institucionalizada y clientelar que hoy caracteriza a sus gobiernos.

Solo los líderes frívolos se creen que con sus televisores HD y sus tabletas electrónicas resolverán las diferencias sociales. Son los mismos que se atreven a presumir la pensión miserable para los adultos mayores y los tres pesos que graciosamente se entregan a las madres solteras.

El intercambio de favores por votos, característico de su política social, ha ensanchado el foso que separa a la pequeña corte del castillo y los millones que viven en los márgenes de la ciudad.

ZOOM: El video de graduación del Instituto Cumbres es un borrascoso mirador que sirve para apreciar el mural de nuestra época. El de una generación que es complaciente en exceso con los privilegios de la clase ociosa.

Fuente: El Universal