Los atentados terroristas en Francia, signados por el rencor, el odio y los deseos de venganza de un fundamentalismo exacerbado, dejan una herida de “lesa humanidad” y marcan un espacio de inflexión para los Estados Nacionales, que deberán enfrentar los desafíos de la intolerancia y garantizar condiciones que permitan salvaguardar la  pluriculturalidad humana.

Desde esta perspectiva histórica, deberán replantearse los procesos de inclusión y tolerancia social, como las virtudes democráticas que gestaron los Derechos del Hombre y del Ciudadano y crearon una Nueva Era de la Humanidad.

Estas virtudes democráticas advierten para México la necesaria revisión de los viejos andamios con los que escalamos el cumplimiento de nuestra ingeniería constitucional, para que el poder del pueblo en el Contrato Social, permita avanzar en el fortalecimiento de las libertades políticas y del respeto irrestricto a los derechos fundamentales.

Significativamente, debe imperar la transversalidad de la seguridad humana, el asociativismo corresponsable, la ciudadanización de las estructuras gubernamentales, así como la depuración del sistema político-electoral, que instaurado en la energía y el empuje que deviene de ciudadanos empoderados, propicia su protagonismo en la construcción del futuro cierto de la Nación.

Atender el reto de este trazo político, obliga a no confundir las virtudes generosas de la democracia, habitualmente reducidas a la organización de elecciones, a no vulnerar esos principios fundamentales, con productos de un mecanicismo político cuyo predominio ha permitido el anquilosamiento del sistema de partidos y prácticas operacionales decadentes.

La desconfianza institucional como efecto relevante de la inestabilidad democrática, debe ser el parteaguas que empuje a la partidocracia a redefinir su papel histórico como conductora sociale, que haga de los ideales políticos, los andamios de las realizaciones institucionales alcanzables para la sociedad, reconociendo la madurez ciudadana y alentando su incorporación crítica a la ciudanización de la democracia.

El proceso electoral 2016, guarda para los ciudadanos un gran escepticismo ante el incumplimiento político de sus demandas. La complejidad social no admite ya los desatinos de la verticalidad de los usos partidistas del poder público, porque este es el germen de la herida social que vivimos, es aquí donde la democracia deliberativa dejó su lugar al atropello político y, desgraciadamente, a la reproducción de las desigualdades sociales.

Hasta ahora, los ciudadanos deambulamos en una democracia en deuda, erosionada por las inconcreciones del ejercicio de gobierno, que ante su desamparo, ha puesto límites a las oportunidades y anhelos de justicia social, creando en el distanciamiento entre lo político y el pueblo, la fragmentación del tejido social, que ve en el ascenso de los privilegios de las élites y en el ascenso de los poderes fácticos, la derrota más dolorosa a la que los seres humanos se pueden enfrentar: el quebranto de su dignidad.

¿Qué debemos esperar del próximo proceso electoral?

Contundentemente, que los comicios adquieran un enfoque ciudadano; que la participación del tejido social no quede circunscrita a comparsa electoral; que la clase política haga de la participación ciudadana, la vanguardia de sus acciones y no se erija sólo como el interlocutor de la ciudadanía, sino como su mandatario.

Este proceso electoral debe trascender las sórdidas retóricas y la demagogia, garantizar el equilibrio social, así como la generación de oportunidades, el  combate a la pobreza y la desigualdad, y la construcción de políticas públicas, donde todo programa gubernamental sea ciudadano y ciudadanizado.

De acuerdo al IEE, en el próximo proceso electoral, los ocho partidos políticos en Hidalgo recibirán 171 millones de pesos, más lo que corresponda al financiamiento a “candidatos sin partido”. La ciudadanía espera que estos recursos que se habrán de erogar, se vivifiquen en una representatividad política efectiva y no fallida, para que al final de esta contienda, sea la ciudadanía la que haga gobierno.

Los mecanismos de acceso y distribución del poder ciudadano, antes, durante y después de las campañas electorales, deben proyectar un nuevo paradigma político, centrado a través de una conformación horizontal del ejercicio gubernamental, en la construcción del país que todos queremos.

Este proceso electoral no puede dejar una deuda ciudadana en Hidalgo. El Hidalgo que queremos debe ser edificado en sus grandes desafíos. Abatir la pobreza y la desigualdad; crear un horizonte de oportunidades de desarrollo social, no de privilegios oscuros y sectarios; edificar desde la cosmovisión ciudadana, un país de verdad donde las ilusiones sean ejemplo de trabajo fructífero; donde no sea una tragedia tener que ganarse la vida.

Queremos un Hidalgo donde la clase política no sea la que proponga las soluciones sociales, sino que estas se construyan en un espacio de todos; donde se escuche la voz del más humilde ciudadano; donde las batallas que ganemos sean sobre la ignorancia, la miseria y el hambre de nuestros niños; donde se edifique la libertad de nuestros jóvenes y el bienestar de nuestros ancianos. Ése es el Hidalgo que queremos. Aquel que no sólo es reconocido por la innovación del conocimiento y el esfuerzo empresarial, sino también por su fuerza obrera y campesina, de sus hombres y mujeres, de su campo, su industria y sus ciudades.

Hidalgo debe emerger desde la corresponsabilidad ciudadana, que invite a creer en el Estado como creemos en nosotros; a rescatar las raíces de un pueblo cuya mayor virtud es trabajar con nobleza, con honradez y dedicación; que apoyado en la dignidad de su pueblo, aprenda que se es grande cuando el gobierno habla de frente al ciudadano, y no haga del ejercicio de gobierno, el relato de una sociedad impedida.

Hidalgo hoy es tierra de trabajo y de trabajadores. Ha edificado las bases de su futuro. Sólo espera que la clase política lo tenga presente.

Agenda

  • Significativos datos arrojó la Consulta Infantil y Juvenil 2015, realizada por el INE, que exhaustivamente expone fibras sensibles del desarrollo del Estado. Al cuestionamiento sobre ¿qué ayudaría para que en México haya más justicia y paz?, las respuestas son contundentes: que no hubiera corrupción 70.2%, que los gobernantes cumplan lo que prometen 45.4%; y que haya más seguridad 32.0%.
  • El liberal Mauricio Macri de la coalición “Cambiemos”, será el nuevo presidente de Argentina, después de imponerse por una ajustada diferencia al peronista Daniel Scioli del “Frente para la Victoria”.
  • Con éxito se llevaron a cabo las Jornadas Ciudadanas de la “6ª Expo ArqueoAmbiental Tula 2015” y el “Primer Festival del Guajolote Tulancingo 2015”, promovidos por el Consejo Consultivo Ciudadano del Estado de Hidalgo.

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