El pasado 4 de mayo, Enrique Peña Nieto, Presidente de la República, promulgó en el Palacio Nacional la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública. Antes de estampar su firma, el Primer Mandatario dijo que con esta nueva norma se cerraban los espacios de opacidad y discrecionalidad, y se abría una nueva etapa de transparencia y rendición de cuentas en el país.

Apenas dos días después, el diario británico The Financial Times –el más influyente para los inversionistas del mundo– publicó un reportaje en el que relató que la corrupción se había convertido en un lugar común en México, al grado que a las empresas locales y multinacionales ya les resultaba indiferente.

“Siempre es difícil hacer negocios con el gobierno […]. Alguien siempre trata de pedirte un soborno”, son algunas de las palabras de un agente de seguros en Monterrey, entrevistado por la la periodista Jude Weber, bajo condición de anonimato.

Ayer, fueron difundidas varias grabaciones de conversaciones telefónicas en las que se escucha cómo Pablo Wallentin, representante de OHL en México, acuerda reservarle y costearle una estancia en el Fairmon Mayakioba, un hotel de lujo en la Riviera Maya, propiedad del consorcio, al Secretario de Comunicaciones del Estado de México, Apolinar Mena Vargas, y a su familia. En otro audio se escucha cómo Wallentin reconoce que la construcotora exageró las previsiones de tráfico de la autopista para obtener un proyecto de construcción.

La difusión de este episodio de corrupción derrumbó las acciones de la constructora tanto en los mercados bursátiles de México como en España.

Ante esta situación, el Presidente Enrique Peña Nieto reiteró en el Foro Económico Mundial sobre América Latina 2015, realizado en Quintana Roo, que la corrupción es un asunto de orden cultural por lo que los gobiernos deben impulsar un cambio estructural de la sociedad .

“La corrupción es un asunto de orden a veces cultural, que es un flagelo de nuestras sociedades especialmente latinoamericanas y que si realmente queremos lograr un cambio de mentalidad, de conductas, de práctica, de asimilar nuevos valores éticos y morales debe ser un cambio estructural desde la sociedad”, dijo.

¿Este nuevo affair colmó la resistencia de los mexicanos a la corrupción de gran escala?

Los especialistas consultados por SinEmbargo coinciden en que esa resistencia está colmada hace tiempo, pero la impunidad desplegada desde las mismas instituciones del Estado impiden la aplicación de la justicia. Lo nuevo, afirman, es el “cinismo” con el que actúan los grupos de poder en México –gobiernos, partidos políticos y empresarios–, a los que poco les importa incluso presumir sus abusos de cara a la sociedad.

Ernesto Gómez Magaña, forjador de la iniciativa “Yo contra la corrupción” (#yoco) de la organización Contraloría Ciudadana, respondió que “colmados estamos desde hace mucho tiempo”. Este experto en Transparencia y Rendición de Cuentas también elaboró la “Testimonioteca”, un proyecto en línea que acumula la experiencia en licitaciones públicas de organizaciones que han fungido como testigos sociales como México Evalúa, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y Transparencia Mexicana.

Después de conocer las experiencias, Gómez Magaña expuso: “Frente al cáncer de la corrupción, no ha habido una respuesta consistente y amplia del sector privado. Se distinguen en compromiso social las cámaras de la Industria del Vestido y de la Construcción; pero es muy poco. En general, no se observa que el empresariado esté comprometido con el tema”.

Con este punto de vista coincidió Benjamín Cokelet, director ejecutivo del Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación (PODER), quien expuso que gran parte de la corrupción que se vive en este país emana de la relación cercana entre empresarios y funcionarios públicos.

Y en un país como México, en el que 32 personas controlan el 42 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) la corrupción acentúa las diferencias sociales, “captura la toma de decisiones” y sólo beneficia a una pequeña élite.

“Cuando una élite controla una cantidad de dinero tan grande es complicado tener una transparencia”, planteó Cokelet, quien en distintos foros ha mencionado que este grupo de beneficiados son los integrantes del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN).

De acuerdo con Cokelet la corrupción se da principalmente en cinco sectores: el financiero y bancario; el de transporte e infraestructura; el extractivo, en la maquila y maquinaria pesada y en el sector turismo…

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