La violencia y el crimen constituyen los principales factores de desestabilización de las democracias de América Latina por la desconfianza en las instituciones que provoca entre los ciudadanos, que en buena medida se inclinan por políticas de mano dura y baja calidad democrática que pueden desembocar en violaciones de derechos fundamentales. Esta es una de las principales conclusiones del Barómetro de las Américas de 2014, elaborado por el Proyecto de Opinión Pública de América Latina de la Vanderbilt University.

El informe, realizado con 50.000 entrevistas en 28 países y cuyos primeros datos se presentaron este lunes en Nueva York, considera que la persistencia del crimen y la violencia en América Latina y el Caribe conducen a “democracias en riesgo”, en las que ganan terreno la centralización del poder y, en los casos más extremos, soluciones populistas, ilegales o violentas, como los grupos paramilitares, las patrullas ciudadanas o la condescendencia con los linchamientos públicos.

América Latina y el Caribe han experimentado avances en sus economías en la última década. El número de personas que viven con menos de 2,5 dólares al día se ha reducido a la mitad, y la clase media crece. Pero los desequilibrios siguen siendo enormes (80 millones viven en una pobreza extrema) y más del 40% cree que la economía de su país ha empeorado en el último año. Un cierto pesimismo, unido a la sensación de inseguridad, se extiende por el continente, lo que ha provocado un retroceso en los indicadores de legitimidad democrática desde 2012.

Los investigadores Mitchell Seligson y Elizabeth Zechmeister, de la Vanderbilt University, presentaron los datos. “Somos académicos, no políticos. Seguro que los Gobiernos de América Latina tienen mejores herramientas que nosotros para adoptar políticas que soluciones estos problemas”, comentaron en la sede del Americas Society/Council of the Americas…

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